Altimetrías

Cumbres Verdes por La Zubia, el recto camino.

Estado del firme:***

Dureza:**

Volumen de tráfico:***

Consejos y sugerencias: el tráfico en la aproximación y en la travesía de La Zubia suele ser incómodo y peligroso, mientras que la carretera hasta la barriada de Cumbres Verdes queda expedita. Caso contrario, siempre puede ascenderse por el carril bici.

Rampa final de Cumbres Verdes a la salida de la urbanización.

A menudo, cuando los ciclistas nos topamos con una cuesta o con un puerto que escala a base de fuertes rampas, solemos emplear la hiperbólica expresión de “cortafuegos” para hacer referencia a su excesiva dureza. Pues bien, esta expresión se ajusta a la perfección con el ascenso al zubietico barrio de Cumbres Verdes, porque lo cierto es que la carretera sube por un cortafuegos o, por lo menos, es la impresión que da esa larga y anodina recta, apenas adornada con algún leve giro, que nos conduce hasta la salida de dicha barriada, allí donde el asfalto desaparece para dar paso a una pista que continúa terriza hasta las entrañas de Sierra Nevada.

Pueden imaginarse que éste no es precisamente uno de los ascensos que más nos han gustado en esta provincia. Por lo menos, así no podrá acusársenos de deshacernos en elogios en vano cuando con otros puertos cuando así lo hemos considerado oportuno.

El inicio lo hemos situado a las afueras de La Zubia, en una rotonda ovalada frente a un centro comercial en la carretera procedente de la capital. Desde este punto la pendiente irá aumentando casi imperceptiblemente hasta situarse en un cómodo 6% a la entrada del casco urbano.

Tras esta rotonda, siguiendo de frente, nos adentramos en la Cuesta Corvales, punto en que las rampas ganan inclinación.

Una vez aquí y siempre en línea recta, pasado el Parque la Encina, encontraremos bien indicada la carretera que nos conduce hasta Cumbres Verdes. Hay que notar que, la vía más directa, la calle Cruz de San Antón, no nos es posible tomarla, pues actualmente la dirección ascendente por ella está prohibida. Esto nos obliga, siempre siguiendo los carteles indicativos, a desviarnos algo más adelante por la Cuesta Corvales.

Aunque la primera de las vías es la más directa y, por supuesto, cuenta con buenas rampas, no hay que pensar que la alternativa suaviza un ápice. Simplemente, llegados a un cruce, nos veremos obligados a girar a la izquierda y encontramos un corto descenso hasta volver a empalmar con la carretera de Cumbres Verdes para, una vez aquí, continuar la subida a mano derecha, siempre adelante y en línea recta… literalmente.

Abandonada la población, nos introducimos en los límites del espacio protegido de Sierra Nevada. Desde aquí unos cuatro kilómetros a más del 10% nos aguardan.

Atrás hemos dejado casi sin percatarnos La Zubia, localidad de que dispondremos grandes vistas a la vuelta –que se realiza por el mismo camino de ida- como de toda la Vega granadina.

Se trata de una población vecina a la capital nazarí, cuyos orígenes remontan a la prehistoria, aunque el asentamiento más antiguo mejor atestiguado es romano. Del árabe, por su parte, parece proceder el topónimo Zubia, “lugar hacia donde corre agua” o “lugar de retiro”, si bien su etimología no está totalmente aceptada por los eruditos. Desde luego, la huella del antiguo reino de Granada es bien profunda en los alrededores de la capital y lo cierto es que, si no el pueblo al completo, Cumbres Verdes sí que parece un lugar de retiro, una barriada residencial.

Al reentrar en la carretera nos topamos con el carril bici, sin lugar a dudas una alternativa más agradable, ya que busca constantemente el abrigo del pinar, mientras que la carretera, como decíamos, remonta lo que parece un cortafuegos. Además, algo de curveo siempre provocará un descenso, por leve que sea, en la pendiente.

El caso es que, como nuestras bicicletas son de carretera y, todo hay que decirlo, nuestra locura por las cumbres a veces muda en masoquismo, optamos por la opción más dura y fea. En definitiva, nos quejamos de vicio.

Recta, pinar y La Vega al fondo. Es todo lo que hay.

En lo meramente «deportivo», desde este punto, el puerto cuenta con unos números magníficos, de no ser porque su longitud nos impide considerarlo un coloso. En cualquier caso, cuenta con unos cuatro kilómetros a más del 10% de pendiente media, lo cual nos permite considerarlo como un primera categoría. Para una carrera o para realizar entrenamientos, nos parece óptimo. Ahora bien, cicloturísticamente hablando, si pueden ahorrárselo, mejor. En Granada hay mucho y bueno donde escoger.

Y es que, una vez empezamos a pelearnos con el puerto, el tú a tú se convierte en un “a ver cuándo se acaba esto, que me está moliendo la espalda”. Y, lo peor de todo, es la poca variedad del ascenso, que no nos ofrece ningún caramelo, ninguna bizcotela en forma de vista panorámica con que endulzar nuestro sufrimiento. Sólo hallamos rampas por encima del 10% en una recta infinita.

Una recta que parece no acabarse nunca debido, principalmente, a las constantes pendientes por encima del 10%.

Tras pasar por el primer desvío hacia la urbanización nos restará algo menos de un kilómetro hasta que se acaba el asfalto, justo en un mirador desde donde –aquí sí- gozamos de alguna panorámica. De hecho es perfectamente visible el tramo final del vecino collado del Muerto (El Purche), puerto con que podríamos enlazar de no ser porque un par de kilómetros y medio de pista nos lo impiden, ya que otra vertiente de Cumbres Verdes por el barrio de La Vega aún no está completamente asfaltada (y tampoco sabemos si alguna vez lo estará).

El collado del Muerto (El Purche) al fondo es perfectamente visible desde la parte final de Cumbres Verdes.

Así pues, una vez se acaba el asfalto, tan sólo nos queda dar la vuelta por donde acabamos de subir, tensar frenos y, ahora sí, disfrutar de las magníficas vistas de la Vega de Granada que nos ofrece esta bajada.

GALERÍA FOTOGRÁFICA.

Mapa:

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