Altimetrías

Torcal de Antequera y Camorro de los Monteses, capricho malagueño.

El Torcal (puerto de paso):

Estado del firme:***
Dureza:***
Volumen de tráfico:**
Consejos y sugerencias: es aconsejable no perder la cabeza en los kilómetros iniciales, ya que los rectilíneos kilómetros noveno y décimo esconden una rampa que por sus características nos semeja, salvando las distancias, la famosa “Huesera” de Lagos de Covadonga. Acabado el asfalto, es recomendable adentrarse por un camino de tierra perfectamente ciclable que nos lleva hasta un mirador muy escénico. Sin lugar a dudas, el Paraje Natural del Torcal de Antequera merece una visita a pie por sus distintos senderos.

El Torcal de Antequera es famoso por las peculiares formas que han adquirido las rocas de su cima merced a los agentes erosivos.

La cumbre del Torcal de Antequera es probablemente una de las más famosas formaciones cársticas de la península y, con casi total seguridad, uno de los espacios naturales más sorprendentes por su belleza y por sus caracterísiticas.
Desde la base de la montaña, bien si se sube desde Antequera, bien si se hace desde el sur por Villanueva de la Concepción, nada hace presagiar que allí arriba encontraremos un espacio tan sobrecogedor como el Torcal, más allá de que se vislumbra perfectamente que la cresta está formada por rocas calizas.

La vecina subida al Camorro de los Monteses, fácilmente reconocible por las antenas de su cima, merecerá también una visita cuando nos adentremos por estas sierras.

Desde luego, el ascenso en bicicleta, a menos que vayamos advertidos de su dureza, tampoco nos va a dejar indiferentes, máxime cuando a la mencionada belleza del paraje sumemos la tremenda dificultad de sus rampas. Si acaso, puesto que la Vuelta Ciclista a Andalucía ha incluido el alto en distintas ediciones -en muchos casos como punto cuasi culminante de la carrera- nos sonará como puerto de primera categoría. Pero lo cierto es que hasta su cima, desde donde no encontraremos salida, continúa la carretera ascendiendo por unas rampas de aupa a base de largas rectas, punto hasta el que efectivamente lo podríamos considerar como tal. Además, como la carretera a poco menos de dos kilómetros de la cima se bifurca hacia las antenas del Camorro de los Monteses, hemos decidido presentar aquí ambos ascensos por su vertiente más dura, la de Villanueva de la Concepción.

Inicio del puerto por una ladera repleta de olivos y la cresta del Torcal al fondo.

Aunque viniendo desde el sur, en el cogollo de los Montes de Málaga, el camino previo lleva tendencia ascendente -y por la comarca pueden incluirse, además, un sin fin de repechos y puertos como antesala- la franca subida al Torcal la daremos por empezada al atravesar el puente del Horcajo, punto en que las rampas tomarán un cariz más serio.
De una forma prácticamente homogénea las rampas trepan por las faldas de la montaña -de un reluciente verdor en las épocas menos cálidas del año- sin grandes pendientes, pero sin cejar, de manera que hasta Villanueva apenas sí encontramos un par de picos por encima del 10% mientras que la media se sitúa en el 8%.

Al entrar en Villanueva de la Concepción la pendiente no hace más que acrecentarse.

Con varias herraduras jalonando el camino, alcanzamos Villanueva, población de reciente municipalidad (2009), cuyo principal atractivo no es otro que el propio Torcal de Antequera al que nos dirigimos.
Dejando a nuestra derecha el cruce de hacia Puerto del Barco y en ligero ascenso de la pendiente, atravesamos una población que, aunque conserva ciertas características típicas de los pueblos blancos andaluces, denota en la distribución del conjunto urbano (carente del característico desorden de callejones intrincados y sin salida) su origen reciente, de finales del S. XIX concretamente. Falto de ese peculiar encanto de otras poblaciones, la villa lo compensa con creces merced a un emplazamiento de privilegio en las faldas del Torcal y con una magnífica panorámica de los Montes, las sierras vecinas y, por donde las lomas menguan su altura, del Mediterráneo en los días despejados.

Al salir del pueblo la pendiente se estabiliza próxima al 10% con picos superiores. Al fondo se aprecian las antenas del Camorro.

Con la montaña alzándose ante nosotros, calle arriba, alcanzamos el cruce de la carretera de La Joya y Almogía. Giramos a la derecha y, al punto, abandonamos Villanueva en dirección a Antequera. Ya desde la entrada al pueblo, decíamos, la pendiente se había incrementado ligeramente hasta instalarse en un 10% de pendiente media que, como al inicio, también se mantiene constante, salvo puntos excepcionales que, en este caso, llegan a dispararse hasta el 15%.
Al principio del tramo, curvas varias se suceden con el intervalo ocasional de largas rectas: las primeras nos permiten excelentes panorámicas hacia el valle, las segundas hacia lo más encrespado del Torcal; una serie de herraduras encadenadas será, finalmente, el colofón de este duro trecho dando paso a un falso llano en una zona cuasi rectilínea con alguna zona ligeramente empinada.

Curvas enlazadas alternan con zonas rectilíneas. Al fondo pueden apreciarse los Montes de Málaga y, en días claros, las sierras de Mijas y de las Nieves.

Ladera abajo, a nuestra derecha, los Montes se nos muestran en todo su esplendor; a nuestra izquierda se eriza la roca caliza hasta las grisaceas cumbres del Torcal: hasta allí arriba habremos de subir, aunque la carretera tendrá que cambiar de sentido algo más adelante.
Comenzado el séptimo kilómetro nos vamos a encontrar con una fuente de agua fresca que seducirá irremediablemente nuestros secos gaznates. Una parada técnica y, de camino, “contemplativa” nadie podría reprochárnosla, máxime en plena época estival. Además, al continuar la marcha, aún quedarán casi dos kilómetros de fácil pedaleo hasta el cruce hacia la cima del Torcal.

Llegamos al cruce de El Torcal. A partir de aquí los descansillos serán contados.

En este cruce, que traza una curva de herradura a izquierdas, abandonaremos nuestro camino hacia Antequera para hacer la parte final de la subida común, por supuesto, a ambas vertientes.
Pronto una larguísima rampa rectilínea aparece ante nuestros ojos a medida que la velocidad disminuye nuevamente y nuestra respiración se hace más y más forzada. Aciertan, desde luego, quienes comparan esta recta con la famosa “huesera” de los Lagos de Covadonga en Asturias. Tal vez la pendiente sea ligeramente más baja, aunque su longitud algo mayor.

Durísimo tramo que evoca por su dureza la famosa «Huesera» de Lagos de Covadonga.

Mediada la recta (de hecho, al poco de trazar dos ligeras curvas), sale a la derecha una carretera en peor estado que nos conduce hasta los repetidores del Camorro de los Monteses, cuya altimetría, pareja a la del Torcal hasta este punto, hemos considerado oportuno mostrar aquí.

Desvío hacia la Repetidora de Camorro de los Monteses, una interesante alternativa final para el ascenso que estamos realizando.

De dureza similar, quizás más irregular y con mayores pendientes, el ascenso al Camorro concede un primer descansillo en la pendiente que culmina en un altillo, entre rocas, con unas magníficas vistas panorámicas hacia el sur. Una fuerte bajada nos lleva al último kilómetro ascendente para trepar hasta las antenas de TV a base de herraduras y rampas que alcanzan incluso el 15%.

Herraduras finales del ascenso al Camorro con el Torcal a nuestra izquierda.

Acercarse hasta aquí siempre es recomendable si se quiere gozar de unas buenas vistas hacia el norte, vistas que desde el Torcal Alto no vamos a poder obtener. Además, el adusto paisaje que nos ofrece el canchal del Camorro bien merece la pena una visita.
Después de volver por donde hemos ascendido, continuamos la marcha hasta el Torcal. Percibiremos que, a medida en que avanzamos metros, vamos a ir introduciéndonos en un roquedal de formas características, caprichosamente esculpidas por los agentes erosivos en la roca caliza al correr de los siglos, formas que infunden una especie de halo mágico a la escalada, sobre todo si viene acompañada de niebla, algo habitual en estos lares por otra parte.

La roca erosionada ha adquirido una peculiar forma que hace de la visita a este emplazamiento una experiencia difícilmente olvidable.

Rodamos, además, por los dominios de la cabra montés, que campa a sus anchas en estos canchales al abrigo de las angosturas de la piedra y de acantilados de difícil acceso para visitantes no gratos.
Coronamos el punto más alto de la carretera por encima de los 1.200 m. de altitud, pero un corto descenso nos situará en el punto final de la carretera, donde se ha construido un Centro de Recepción de Visitantes dotado de un pequeño Observatorio Astronómico.
Una amplia cochera para acoger a los visitantes ha sido habilitada, por lo que sorprende, desde luego, que aún ninguna prueba ciclista profesional haya estimado oportuno finalizar una carrera en este paraje y remarcamos lo de “profesional”, porque los amateurs sí que han probado en bastantes ocasiones la dureza de estas rampas ascendiendo tradicionalmente, eso sí, por la vertiente antequerana.

GALERÍA FOTOGRÁFICA.

Mapa:

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