Altimetrías

Poyos del Pescado, Mirador de la Cabra Montés

Estado del firme:****
Dureza:***
Volumen de tráfico:*
Consejos y sugerencias: Se trata de un puerto con fama de tendido. Su longitud, en cambio, y los constantes kilómetros sobre el 6% minarán las fuerzas antes de que queramos darnos cuenta.

El añadido final hasta los Poyos del Pescado, pese a la falta de continuidad de la subida, nos parece el tramo más impresionante del puerto y uno de los más bonitos que hemos transitado en la provincia.

Una muestra más de los contrastes que la provincia de Granada puede ofrecer en cuestión de pocos kilómetros es sin duda este Collado de los Poyos del Pescado (o Suspiro del Moro, que no hay que confundir con el puerto homónimo), conocido habitualmente como “Mirador de la Cabra Montés” por el primer altillo que nos encontraremos allá por el km. 17.
No es, pues, una subida ignorada por el gran público y, de hecho, los ciclistas profesionales la han ascendido en un puñado de ocasiones, ya sea durante la Vuelta Ciclista a Andalucía, ya durante la ronda nacional por excelencia, la Vuelta Ciclista a España, que lo dio a conocer allá por el año 1995 en una etapa con final en Sierra Nevada.

A punto de coronar La Cabra Montés, punto de la carretera donde las carreras profesionales suelen situar el Gran Premio de la Montaña.

Se suele definir como un puerto largo y tendido, de esos que sirven para acumular desgaste, definición ésta con la que estamos completamente de acuerdo, aunque nuestras miradas reflejen la natural necesidad de abundar en otros aspectos del puerto que son, por así decir, de un interés más bien del cicloturista o incluso, podríamos añadir, del de cualquier tipo de viajero.
Volviendo al inicio de estas líneas, la proximidad de la denominada como “Costa Tropical” con sus característicos invernaderos y cultivos abancalados hacia el interior de sus ramblas, da paso a un característico paisaje de montaña al adentrarnos por la Sierra del Chaparral. Además, la carretera del puerto sirve como límite oriental de la Sierra de la Almijara, concretamente del Parque Natural que ésta comparte con las Sierras de Tejeda y la de Alhama, de lo que se deduce que transitaremos por un lugar de especial importancia en lo que atañe a fauna principalmente y a botánica.

Al fondo las imponentes moles rocosas de las Sierras de Tejeda y Almijara, paraje colindante protegido bajo la figura de Parque Natural.

Partiendo de Almuñécar, pedalearemos en continuo aunque levísimo ascenso hasta Jete, pasando por Torrecuevas, cuyo tránsito nos regala la contemplación de un antiguo acueducto de origen romano. Es aquí, en Torrecuevas, donde se inicia una de las más terroríficas subidas de la Península, la que nos lleva al zoológico de Peña Escrita, que por esta vez no tenemos marcado en nuestra agenda.
Preferimos ahora unas rampas más livianas y un ascenso menos fragoso, buscando más el deleite paisajístico que el poner a prueba nuestras capacidades escaladoras.
Así pues, llegamos a Jete, hermosísimo rincón de dilatada raigambre histórica, en la que destacan, ¿cómo no?, los árabes. Su actual plaza se levanta sobre una ladera por encima del río Verde, ya que éste, con sus frecuentes crecidas, fue cubriendo de lodos el antiguo emplazamiento.

Alcanzamos Otívar, segúnda y última población que habremos de atravesar durante el ascenso.

Salimos del pueblo buscando Otívar, cuyo término municipal no abandonaremos ya hasta llegar a la cima. Será al dejar el cruce hacia Itrabo y Molvízar, cuando nos vamos a encontrar con algunas de las rampas más duras de todo el puerto, que alcanzan el 12% puntualmente.
Otívar parece remontar igualmente a época musulmana. Así lo sugieren, desde luego, sus casitas apiñadas y enjabelgadas de estructura similar a la alpujarreña, en la que destaca la iglesia mozárabe de San José. Los orígenes del caserío parecen estar ligados a la ruta del pescado que unía Almuñécar con la capital y que ha dejado huella en topónimos orográficos cercanos como el de los Poyos del Pescado, riscos que acabaron trasladando su nombre al puerto que nos ocupa.
Más antiguo incluso que el propio pueblo parece la finca de Cázulas, de origen árabe, por cuyo desvío pasaremos más arriba, y que constituyó un antiguo marquesado hasta finales del siglo XX y hoy día ocupa dos tercios del término municipal de Otívar.

Al atravesar el puente nos adentraremos definitivamente en la Sierra del Chaparral a la vez que emprenderemos el ascenso continuo hasta el Mirador de la Cabra Montés, con 11 km. a una pendiente media constante próxima al 6%.

Poco después de abandonar el pueblo, coronaremos un altillo en el punto en que nos topamos el cruce hacia Lentegí. Se sigue un kilómetro favorable, que nos adentra ya en plena sierra del Chaparral, y que dará paso al tramo central del puerto, que es a la vez el de una dureza más constante.
Se trata, en efecto, de unos 11 km. a casi el 6,4% de pendiente media sin grandes altibajos, lo que unido a lo que ya llevamos ascendido y al posterior tramo final es lo que confiere al puerto esa definición de largo y tendido. Aunque lo de tendido, dirán muchos, será aplicable a los ciclistas profesionales, porque los que somos cicloturistas tendremos que desarrollar un considerable esfuerzo para doblegar un ascenso de estas características.

Una ración de curvas de herradura aderezan el trazado de una de las carreteras con más encantos de la costa granadina.

La subida en este tramo está aderezada con una buena ración de curvas de herradura, que constantemente nos permiten una panorámica hacia levante y poniente, además de constituir un trazado que podríamos denominar como muy pintoresco y escénico. A ello ayudan también los característicos malecones, antiguos quitamiedos de piedra que, merced a un adecuado mantenimiento, aún conservan muchas carreteras de montaña y que en este puerto nos resultan especialmente coquetos.

En su parte alta el puerto resulta verdaderamente escénico.

En cuanto al entorno, cabe reseñar las espléndidas vistas sobre el Mediterráneo y sobre las vecinas Sierras de Tejeda y Almijara que nos regala constantemente el sinuoso trazado de la carretera, si bien hemos de notar que lo más reseñable se lo guarda para el final.

El tramo hacia los Poyos del Pescado nos pareció de una belleza realmente sobrecogedora.

Y es que, si cometemos el desatino de darnos la vuelta al coronar el Mirador de la Cabra Montés, nos vamos a perder el más singular de todos los tramos del puerto, que no es otro que el añadido hasta el Collado de los Poyos del Pescado, nombre con que hemos denominado la totalidad del puerto.

La carretera penetra por parajes abruptos y de soberbia belleza.

Una zona de repechos y descensos dará paso a los poco más de tres kilómetros finales de subida continua. La carretera ha sido excavada a media ladera en la roca, cuyas paredes, como tendones de cuello, muestran constantes entrantes y salientes. El aspecto del paisaje torna, por momentos, lunar, sugiriéndonos imágenes bien asentadas en las retinas ciclistas como las de la Casse Desserte del alpino Col d’Izoard. Pasaremos un pequeño túnel excavado en la piedra y, un poco más arriba, tras un primer collado con excelentes vistas, vamos a coronar inmediatamente a 1.276 m. de altitud en el cambio de término municipal, indicado por un cartel de mampostería.

En el cambio de término municipal encontramos el altillo donde situamos el final del puerto, aunque la carretera sigue, tras un descansillo, subiendo hasta un punto ligeramente más alto.

A partir de aquí, aunque la carretera aún cuenta con puntos de mayor elevación, ya se nota un cambio sustancial del paisaje, que torna páramo.

GALERÍA FOTOGRÁFICA.

Mapa:

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